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enfermedades-psicologicas:homofobia

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HOMOFOBIA

DEFINICIÓN

La homofobia es el miedo, rechazo u odio irracional hacia las personas con una orientación homosexual. Como toda fobia, tiene un carácter irracional, ya que si tu le preguntas a una persona porque no le gustan los/las homosexuales, en la mayoría de las ocasiones no hay una argumentación detrás de esa animadversión y la respuesta que nos encontramos es un: “Porque no me gustan, y ya esta”. Esta irracionalidad es sobre la que hay que trabajar.

Definen la homofobia como: “Una actitud hostil que concibe y señala la orientación homosexual como contraria, inferior o anormal y a las personas que la practican como pecadoras, enfermas, malas, delincuentes, criminales o desequilibradas, llegando incluso a despojarlas de su condición de seres humanos.”

CARACTERÍSTICAS

Existe mayor grado de rechazo hacia los gays en los hombres que en las mujeres (M.E. Kite, 1984), no así hacia las mujeres lesbianas, cuyos datos de aceptación se igualarían por sexos. Además, se da más la homofobia en aquellas personas que poseen una rigidez en los roles de género (K. Black y M. Stevenson, 1984). Del mismo modo, el sujeto homófobo tiende a compartir odio con otras minorías, soliendo ser personas racistas y xenófobas e, incluso, se percibe cierta misoginia. Expresar actitudes restrictivas hacia los roles de género. Tener pares que manifiesten actitudes negativas. Tener fuertes creencias religiosas y una ideología conservadora. Ser personas autoritarias. Se da mas en aquellas personas que tienen menos contacto con otros homosexuales. Pero sin duda, la mayor violencia homófoba se ve en aquellas personas que lucha contra sus deseos homosexuales, es decir, a través del rechazo a los homosexuales está luchando contra la parte de el mismo que le gustaría ver desaparecer (Herek, 1988).

CLASIFICACIÓN

• La homofobia conductual: Es la más evidente ya que se explicitita a través de conductas tanto físicas (agresiones, aislamiento, etc.), como verbales (insultos como “maricón, “tortillera”, “marimacho”, “nenaza”, etc.) u otro tipo de manifestaciones (leyes que promueven la persecución hacia homosexuales, etc.).

• La homofobia cognitiva: Pertenece al plano de las ideas y conceptos negativos sobre la homosexualidad (creencias irracionales sobre los homosexuales, estereotipos y prejuicios, etc.) (para un mayor desarrollo acerca de los prejuicios y estereotipos hacia la homosexualidad, ver la Unidad 5).

• La homofobia afectiva, sería el plano mas profundo y muchas veces más inconsciente, que implicaría sentimientos negativos (miedo, vergüenza, asco, etc.) que experimentan las personas hacia la homosexualidad. Desde pequeños/as se nos van enseñando que comportamientos son propios de nuestro sexo y cuales no, y se va asociando una emoción negativa hacia todas aquellas conductas que transgreden la norma.

Blumenfeld ubica a la homofobia en varios niveles y ámbitos. Este autor identifica cuatro niveles interrelacionados en los que opera la homofobia:

1. Homofobia personal. Consiste en un sistema personal de creencias tales como sentir compasión por la incapacidad de los homo- sexuales de controlar sus deseos, odio por considerarlos psicológicamente trastornados, genéticamente defectuosos o inadaptados cuya existencia contradice las leyes de la naturaleza, espiritualmente inmorales, infectados, asquerosos o inferiores a los heterosexuales.

2. Homofobia interpersonal. Afecta las relaciones entre los individuos, por ejemplo, poner apodos o hacer chistes, agredir física o verbalmente, retirar apoyos y rechazar a la persona.

3. Homofobia institucional. Formas en que organismos gubernamentales, educativos o religiosos discriminan sistemáticamente, por ejemplo a través de leyes y su aplicación.

4. Homofobia cultural. Se refiere a normas sociales o códigos de conducta que, sin estar expresamente inscritos en una ley o reglamento, funcionan en la sociedad para legitimar la opresión.

ETIOLOGÍA

Aproximación psicológica-individualista sobre la homofobia

El término homofobia etimológicamente hace referencia a un miedo irracional y evasión de los homosexuales y de la homosexualidad. MacDonald*, en 1976, definió la homofobia como un miedo irracional persistente y temor hacia los homosexuales. Desde el discurso psiquiátrico, la fobia es una reacción anormal de miedo producida por el conflicto paralizante resultante de un aumento de excitación sexual unido a un objeto inconsciente. La fobia, en este sentido refiere al terreno del inconsciente, de la irracionalidad, un terreno donde la responsabilidad moral o la crítica política son inaplicables por la naturaliza clínica de la fobia. Para esta postura la homofobia es identificada como una condición psicológica o estado de la mente que implica enfermedad, que puede estar presente en personas heterosexuales y homosexuales. Para Silverman la etiología de la homofobia se encuentra en la aparente estabilidad identitaria con el padre, que puede contener huellas de tempranos deseos pre-edípicos por el padre, por lo que la ansiedad homofóbica de los mu- chachos es obviamente del deseo sexual hombre-hombre, y que debe ser repudiado con cierta intensidad porque está peligrosamente cerca de casa. Dentro de esta perspectiva resulta difícil pensar a la homofobia como un elemento simbólico que trasciende a la individualidad del sujeto, de los cuerpos biológicos y de la experiencia particular. Pensar a la homofobia en términos de patología personal imposibilita tanto responsabilizar a las y los individuos de sus actos homofóbicos, así como de visibilizarla en las instituciones sociales. Por ello, esta aproximación podría represen- tar una de las formas que pueden motivar al rechazo y violencia contra las personas homosexuales; sin embargo, no es la única ni la más abarcadora.

Aproximación sociológica y cultural

Dentro de esta perspectiva se ha generado una gran variedad de aproximaciones que dan cuenta de los mecanismos sociales, ideológicos, sexuales que crean significados y producen de- terminados tipos de personas, así como jerarquías que posibilitan un determinado ejercicio de poder, y un orden social de subordinación e inferioridad asignado a los homosexuales.

Si retomamos el concepto de género propuesto por Joan, éste será visto como una categoría de análisis, que, por un lado, representa un elemento constitutivo de las relaciones sociales basadas en las diferencias percibidas entre los sexos, el cual incluye los símbolos culturales, los conceptos normativos, el papel de la política y las instituciones socia- les y la identidad subjetiva; por otro lado, constituye una forma primaria de relaciones significantes de poder. Scott en “las nociones políticas y referencias a las instituciones y organizaciones sociales” hace hincapié que este tercer elemento en las relaciones de género debe incluir una visión más amplia que considere no sólo a la familia sino a otras instituciones vinculadas al mercado de trabajo, educación y la política. Es decir, el género tiene un claro efecto en las relaciones sociales e institucionales, por ello se entiende que las instituciones sociales pueden ser instrumentos que reproducen sistemas y valores de género, relaciones de asimetría entre hombres y mujeres. Teresita de Barbieri en su trabajo “Certezas y malos entendidos sobre la categoría de género” señala un elemento que está ausente en la conceptualización de Scott: las prácticas. En este sentido, podría observarse las diversas prácticas de discriminación, abuso, rechazo y violencia que viven las personas homosexuales en una cultura de dominación masculina y heterosexista. Por otra parte, el género da cuenta del origen de la homofobia, Marta Lamas indica como dos consecuencias funestas del género al sexismo (la discriminación con base en el sexo) y la homo- fobia (el rechazo irracional a la homosexualidad); es decir, los significa- dos de la dualidad masculino-femenino adquiere valoraciones diferentes. Didier Eribon ejemplifica esta situación al señalar “la palabra nena no designa solamente una injuria, es también una imagen social, un tipo psicológico, definidos por el orden sexual y por la inferiorización de la homosexualidad… En su doble significado, remite, por una parte, a la idea de que lo masculino es superior a lo femenino”. El sexismo vendría siendo la discriminación y desvalorización de lo femenino, y una sobre- valorización de lo masculino. Sin embargo, Ann Pellegrini en Blumenfeld, no considera a la homofobia como una consecuencia diferente del sexismo, por el contrario, ubica a la homofobia y a la misoginia como parte de la estructura del sexismo, como formas que refuerzan las asimetrías de género. Para ella, se debería hablar de homofobia plural, dado que está presente en las relaciones entre los hombres, entre las mujeres y en la relación de los hombres con las mujeres. En este sentido, es importante observar cómo esta autora ha equiparado la homo- sexualidad con la feminidad, homosexuales y mujeres ocupan un lugar devaluado en la jerarquía de poder. Este último punto de vista implicaría que en la misma construcción de la dualidad masculinidad-feminidad va implícita la homofobia, como una reprimenda por transgredir estas dos fronteras. Sin embargo, la situación no es tan grave cuando la mujer muestra atributos o características masculinas, por el contrario, cuando el hombre es femenino puede despertar reacciones más negativas tanto por otros hombres como por las mujeres, ambos guardianes de los intereses del poder hegemónico, en este sentido un hombre femenino no es un verdadero hombre, un hombre femenino es un hombre homosexual, un hombre homosexual es igual a una mujer, ambos no reúnen los requisitos de la masculinidad hegemónica. Finalmente, la homofobia puede interpretarse, al igual que la categoría de género, como una expresión en los símbolos culturalmente disponibles; dado que existen símbolos y significados particulares para designar la homosexualidad y asimismo se dispone de conceptos normativos; la heterosexualidad es lo normal, o en el peor de los casos puedes ser homosexual pero no ejercer tu sexualidad, según señala la Iglesia Católica. La homofobia tiene presencia en las políticas e instituciones y organizaciones sociales, el caso de las leyes es un claro ejemplo; finalmente tiene también un impacto en la subjetividad de las y los individuos, en tanto marca de forma sustancial un sentimiento de inferioridad, vulnerabilidad y culpabilidad en las consciencias de gays y lesbianas que puede ser interpelados en la ideología dominante, sometidos a una autoridad superior y control impuesta por la hegemonía de la heterosexualidad. La homofobia es el resultado de la transgresión real o simbólica de los roles de género, dado que entre lo que se percibe como masculino y lo que se percibe como femenino hay una jerarquía implícita y una asimilación que une a los hombres con la masculinidad y ésta con la heterosexualidad, y lo femenino con la homosexualidad.

Desde la masculinidad Desde los estudios de la masculinidad, la homofobia es entendida no sólo como el temor, la ansiedad, el miedo al homoerotismo, el miedo hacia el deseo y placer erótico con personas del mismo sexo,8 sino que representa el miedo a perder poder, y más aún, a ser objeto de poder. La homofobia es la práctica social- mente regulada y avalada, que permite expresar ese miedo y ansiedad con violencia. Además de este aspecto del erotismo entre hombres, que es socialmente castigado, Badinter menciona que la homofobia es parte integrante de la masculinidad heterosexual, y constituye un rol psicológico esencial porque significa reafirmar que no se es homosexual y mostrar que se es heterosexual. Agregaría en este punto, que si bien remite a una masculinidad heterosexual, los propios hombres homo- sexuales, han asimilado e introyectado los mismos significados de la dualidad masculino-femenino, es decir, la homofobia juega un papel también importante en la construcción de la identidad de los homosexuales, y también estaría presente independientemente de la orientación sexual de los varones, por lo que yo hablaría de que la homofobia es parte integrante de la identidad masculina en general. No por ello dejo de reconocer que pueden existir diferentes masculinidades. En la construcción de la masculinidad dominante se señala como requisito indispen- sable a la heterosexualidad,9 que representa la garantía de ser considerado un “verdadero” hombre. Por lo tanto, los hombres homosexuales no dejan de ser hombres, sino que representan una masculinidad subordinada y por ende marginalizada. Esta visión de la homofobia desde los estudios sobre masculinidad genera una situación paradójica, planteada en algún sentido por Hopkins, quien señala dos caracterizaciones conflictivas: primero la masculinidad (ser un hombre) es natural, saludable e innato, pero la segunda, es que debe conservar esa masculinidad, esa masculinidad no debe fallar. Por lo tanto, ser un hombre es visto como un estado natural y automático, pero paradójicamente, esa supuesta “naturaleza” de ser un hombre, de ser masculino, está constante- mente protegiéndose contra el peligro de perderla En este mismo sentido plantea Eribon que la estabilidad de la identidad heterosexual sólo la garantizan la delimitación y la exclusión de la homosexualidad. La heterosexualidad se define por lo que ella rechaza. La construcción de masculinidad implica asumir la heterosexualidad como una situación natural, pero al mismo tiempo, rechazar y estar en un estado de vigilia permanentemente contra todo aquello que pueda hacerla per- der. En este sentido podría pensarse a la homofobia como un requisito y al mismo tiempo como una consecuencia de la conformación de la masculinidad dominante. La homofobia desde los estudios sobre masculinidad plantea una visión limitada, en tanto la remite al nivel de la subjetividad, ubicándola como un elemento central en la construcción de la identidad masculina. Si bien se plantea que más que el temor al homoerotismo –como se postula en la perspectiva psicológica del deseo reprimido,se teme al desprestigio y desvalorización social al ser feminizado y finalmente a la pérdida de poder, no se considera a la homofobia como una realidad que trasciende a los cuerpos de los hombres. Es necesario regresar a la conceptualización del género que nos permita identificar otros niveles más allá de los cuerpos biológicos y de la sexualidad de los varones. Eribon retoma a Bourdieu para seña- lar que no se puede hacer una historia de la dominación masculina si no se tienen en cuenta a las instituciones que se afanan en perpetuar el orden sexual establecido, e indica “tampoco tiene sentido querer hacer una historia de la homosexualidad que no estudie todas las instancias, que no sólo producen el discurso homófobo, sino que constituyen las representaciones inferiorizantes de la homosexualidad y se esfuerzan en inculcarlas tanto en los cerebros como en las leyes (la Iglesia y el ejército, desde luego, pero también, en registros diferentes, la empresa y el mundo laboral, el cuerpo de juristas, el psicoanálisis y la psiquiatría, los organismos conservadores o tradicionales vinculados con el mundo universitario, las revistas intelectuales, el periodismo, etc.)” Para el estudio de la homofobia desde los estudios sobre masculinidad, se requiere hacer explícita la influencia e impacto de los valores masculinistas en las diversas instituciones, comenzando por la propia heterosexualidad, dar cuenta de la construcción de los significados de la masculinidad y de la feminidad como una relación dialéctica, que se construye en la interacción entre hombres y mujeres. De lo contrario, encajonar a la homofobia en un nivel individual o interpersonal exclusivo en los hombres, deja de lado otras dimensiones que también producen y reproducen el rechazo y violencia contra los homosexuales.

EJEMPLOS Y TRATAMIENTO

Ejemplo 1

Jorge tiene “pánico” de volver a su puesto de trabajo después de nueve meses de baja por depresión. Estuvo casi un año alejado del restaurante de comida rápida en el que estaba contratado, donde tenía que soportar cómo las encargadas rezaban delante de él “para que no les saliese un hijo maricón como yo”.

A las oraciones se sumaba una retahíla de insultos diarios -el bucle de “maricón de mierda” o el “si no fueses maricón, serías perfecto”-, ante los que él siempre respondía con lo mismo: el absoluto silencio. “No quería perder mi trabajo, estaba bloqueado y no era capaz de defenderme, no entendía tanto odio por ser gay”, explica Jorge, este joven de 30 años de San Lorenzo de El Escorial (Madrid) que se vio incluso obligado un día a dar explicaciones de lo que hacía en sus días libres: “¿Para qué quieres librar? ¿Para irte a follar con tu novio? Vais a acabar con la humanidad”. Todo ello después de que, una vez más, el jefe de personal le cambiase la libranza en el último momento.

“Y un día no pude más”. Llegó al trabajo y se encontró que en su taquilla alguien había dibujado unos penes acompañados de la frase: “Aquí deja la ropa un maricón”.

Poco después, un encargado le tiró directamente un trapo a la cara: “Limpia tú, que eso se os da muy bien”.

Un día llegó al trabajo y se encontró que en su taquilla alguien había dibujado unos penes acompañados de la frase: 'Aquí deja la ropa un maricón' “En un principio, por miedo a denunciar, aguanté. Tampoco recibía el apoyo de todos mis compañeros, que por miedo a perder sus empleos, callaban”, recuerda Jorge, quien cree que usaron su condición sexual para minar su moral y desgastar su ánimo, con el fin de provocar su salida voluntaria de la empresa.

El resultado: un informe médico que habla de ansiedad, presión psíquica grave, síncopes de origen emocional, desorientación y tristeza, entre otros males, que le llevaron a estar casi un mes sin poderse levantar de la cama: “Me dieron tantas pastillas que no podía ni moverme. Me pesaba todo”.

El caso de Jorge, pendiente de resolución judicial, representa el extremo más cruel de ese 60% de personas homosexuales, transexuales o bisexuales que ha vivido algún tipo de discriminación u hostilidad en su trabajo en los dos últimos años, según un reciente estudio realizado por la Esade Business School y la Universidad Ramon Llull.

Se despidió de sus amigos a la salida de una discoteca del centro de Madrid para irse a casa: “Tenía que trabajar”. Le persiguieron tres hombres corpulentos hasta situarse a un palmo de su nuca: “Me llamaron follaculos”. Comenzó aterrado a correr, se abalanzaron contra este joven hasta tirarlo al suelo y le amenazaron con “hincharlo a hostias” si no se levantaba a la de tres: “Me rompieron el húmero, me han tenido que operar”.

Una secuencia de agresión que esta vez le ha tocado a Javier -nombre ficticio-, un joven de 30 años que prefiere mantenerse en el anonimato “por miedo”, pero que, según denuncian varios colectivos y asociaciones LGTB, se repite cada fin de semana en toda la geografía española y está sufriendo un considerable aumento en los últimos meses.

Javier había escuchado sobre “amigos de amigos” que habían sufrido agresiones homófobas en Madrid, pero nunca pensó que le podría suceder a él. “Y menos en Madrid. No creo que sea un lugar homófobo. Me podría haber pasado en otra ciudad, pero extraña por la gran diversidad que hay aquí”, confiesa el joven, que se recupera -“aunque es para largo”- de la agresión.

Está asustado, tiene miedo a que le pueda volver a ocurrir, por lo que ha decidido poner kilómetros contra la homofobia de por medio y ha renunciado de momento a la búsqueda de trabajo en Madrid.

Desde Arcópolis, la asociación LGTB de las universidades Politécnica y Complutense de Madrid, su vicesecretario general y responsable del registro de agresiones homófobas, Rubén López, explica que han tenido que reforzar el equipo de voluntarios que se encarga de este tipo de casos en la ciudad “porque todos los fines de semana, sobre todo en el centro”, suceden agresiones homófobas. Y busca alguna explicación: “Ahora empezamos a creernos la visibilidad y la igualdad. Lo asumimos y nos comportamos como cualquier otra persona en los lugares públicos, y eso hace que a la gente que no está preparada para verlo le moleste. Y esa gente es la que tiene que cambiar su actitud Un taxi obstaculizando un carril bici del centro de Barcelona fue el detonante de una discusión entre una pareja homosexual y el dueño del vehículo. Un simple “por favor, puede mover el taxi, que no podemos pasar” acabó en una respuesta improcedente por parte del taxista: “Putos maricones”. Entre las dos frases, hubo insultos homófobos de todo tipo tras percatarse el denunciado de la orientación sexual de la pareja.

Fredy da la cara “para visibilizar un problema cada vez más latente”. En su denuncia, también hace notar la impasibilidad de los agentes de seguridad, a los que se les explicó con detalle lo ocurrido.

Los Mossos d'Esquadra, tal y como se recoge en su versión de lo sucedido, presenciaron sin intervenir cómo el taxista les dijo: “Ya veréis cuando os atrape, maricones”.

El próximo día 20 tendrán que enfrentarse al juicio, en el que la defensora de la pareja va a solicitar que se aplique la circunstancia agravante penal por discriminación sexual, aunque reconoce que conseguirlo va a ser como “encontrar una perla en el desierto”.

La letrada Laia Serra, abogada del Observatorio contra la Homofobia de Cataluña, explica las triquiñuelas que utilizan los acusados en este tipo de juicios: “Es muy recurrente” que la parte denunciada recurra a la estrategia de “hacerse pasar por gay” y alegue ante el juez, sin ningún tipo de reparo, que expresiones como maricón de mierda o putos maricones son habituales en sus lenguajes. Aseguran utilizarlas como sinónimo de otros insultos, como “cabrón o hijo de puta”, pero en ningún caso -así se justifica- con intención homófoba.

Ejemplo 2

Febrero de 2012. Michelle, una joven transexual de Catania (Italia), es agredida por varias personas a las puertas de una discoteca. “Querían matarme sólo por ser quién soy, porque tengo una cara demasiado masculina y se dieron cuenta de que era 'trans' por mi voz”, cuenta. Mientras le gritaban cosas como “¡Asqueroso! ¡Eres un hombre, un maricón!”, le dieron una paliza de la que tardó tiempo en recuperarse. Michelle lo denunció y aunque uno de los presuntos autores fue identificado, el factor discriminatorio no se tendrá en cuenta en el juicio debido a las lagunas de la legislación italiana.

Ha pasado más de un año y sigo teniendo miedo. Después de la agresión no era capaz de andar por la calle sin volver la cabeza una y otra vez para comprobar si alguien me seguía. Estoy traumatizada”, cuenta Michelle.

TRATAMIENTO

Una vez que la homofobia se reconoce como una adaptación a miedos profundamente establecidos, debe considerarse necesariamente como una etapa que se puede superar. La mayoría de las personas homofóbicas no están muy conscientes de su trastorno y, por lo tanto, no suelen buscar la manera de curarse. Para aquéllos que están intentando corregirse es recomendable comenzar examinando si el miedo y la rabia son las actitudes más adecuadas hacia la homosexualidad. En seguida, es conveniente analizar por qué les es tan difícil convivir con gente que no piense y sienta como ellos sin crear conflicto. No todas las personas homofóbicas están igualmente motivadas para cambiar. En este sentid cabe señalarles que se ha observado que la opresión, persecución de las lesbianas y homosexuales no es el único resultado social de la homofobia. Esta ha tenido un impacto considerable en la vida afectiva y sexual de los heterosexuales: les ha impedido a los hombres muchas veces demostrarse afecto entre ellos; ha saboteado las amistades “demasiado” intensas entre mujeres. Debido a las posturas rígidas que caracterizan a las personas homofóbicas frente a sus modelos de comportamiento sexual, la homofobia ha bloqueado a muchos hombres y mujeres en el momento de intentar explorar nuevas formas de relaciones interpersonales. Como la homofobia es un hábito que se practica las 24 horas del día, puede presentarse muy resistente al cambio; de he hecho, ha logrado sobrevivir a casi todas las grandes revoluciones de nuestro siglo. Sin embargo, hay que enfrentar con optimismo las recaídas inevitables durante el tratamiento. La homofobia perdurará en nuestra sociedad hasta que a la gente ya no le inspiren miedo sus propios sentimientos homosexuales. Y esto puede consistir en procesos largos y complicados, ya que implicará cambios sociales importantes.

La lucha contra la homofobia exige un cambio estructural para modificar conductas y favorecer la aparición de una cultura social y política de igualdad, reciprocidad y respeto a las personas de la diversidad sexual. Sólo a través del respeto a las y los otros en su condición de iguales se pueden alcanzar el reconocimiento de los derechos humanos y de las libertades fundamentales de las demás personas y la aceptación de que las personas, caracterizadas naturalmente por su diversidad, tienen derecho a vivir en paz y a ser como son o como deseen ser sin que se les discrimine o estigmatice.

BIBLIOGRAFIA

http://www.dvvimss.org.mx/homofobia/La_Homofobia_Canela_Jones.pdf

http://www.redalyc.org/pdf/325/32511302.pdf

http://educadiversa.org/index.php?option=com_content&view=article&id=262&Itemid=134

http://www.conapred.org.mx/userfiles/files/GAP-HOMO-WEB_Sept12_INACCSS.pdf

enfermedades-psicologicas/homofobia.txt · Última modificación: 2022/11/16 21:50 (editor externo)