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Se define por un patrón persistente de conducta negativista, hostil y desafiante a las autoridades, excesivo para el contexto sociocultural y el nivel de desarrollo del de la persona que lo padece y que le causa un deterioro significativo en su funcionamiento social. El DSM-IV sitúa al Trastorno de Negativismo Desafiante dentro de los Trastornos de Comportamiento Perturbador y Déficit de Atención.
Se trata de una pauta de comportamiento recurrente y persistente en la que se desafían las órdenes de las figuras de autoridad, comprobando una y otra vez los límites establecidos, ignorando órdenes, discutiendo, mostrando hostilidad hacia otras personas y molestándolos deliberadamente o agrediéndoles verbalmente. Se manifiesta de forma invariable en el contexto familiar, pudiendo manifestarse o no, en otros contextos como la escuela o el trabajo.
Distinguir de: TDAH (Trastorno de atención e Hiperactividad) y Trastornos del Humor y del Estado de Animo.
Frecuente pérdida de los nervios, discusiones repetidas, continuas y deliberadas molestias a otras personas, censuras a otros por sus errores, mentir a otros para evadir sus obligaciones evadiendo así a sus autoridades, se molestan fácilmente con otros, suelen enfadarse y estar resentidos y suelen mostrarse con frecuencia rencorosos y vengativos.
En función de la naturaleza de la población y de los métodos de recogida de datos, la prevalencia de los trastornos de comportamiento perturbador se sitúa entre un 2% y un 16%. Es más frecuente entre el sexo masculino hasta la pubertad, momento en el cual parece igualarse la proporción en ambos sexos.
El trastorno en general hace referencia a la manifestación de conductas excesivamente groseras, de rebeldía ante la autoridad y provocativas. Son más frecuentes con niños/as y adultos que el sujeto conoce bien, por lo que la aparición de éstas es más frecuente en el hogar y pueden no darse en el ámbito escolar.
Esta posible variedad Inter situacional de la conducta puede dificultar el diagnóstico, y hay que tener prudencia porque aún dentro de la normalidad, las conductas insolentes y desafiantes son frecuentes en niños/as y adolescentes. El trastorno es más habitual en niños/as que han mostrado en la edad preescolar problemas de temperamento y alta actividad motora. También suele aparecer asociado al Déficit de Atención con Hiperactividad y a los Trastornos del lenguaje y de la comunicación. Al mismo tiempo, los niños/as con este trastorno suelen presentar a lo largo de los años escolares baja autoestima, humor variable, baja tolerancia a la frustración.
En lo que respecta al curso del trastorno, éste suele aparecer, de forma gradual, antes de los 8 ó 9 años y preferentemente en el ámbito familiar para luego extenderse a otros. Un inicio temprano suele ser indicio de futuros trastornos de conducta. La presencia del trastorno es más común en familias en las que existe un problema en la relación de pareja, o en las que alguno de los progenitores posee una historia de Trastorno de Conducta, Trastornos del Humor, de la Hiperactividad o de la Personalidad Antisocial.
El DSM-IV sitúa al Trastorno de Negativismo Desafiante dentro de los Trastornos de Comportamiento Perturbador y Déficit de Atención.
La prevalencia de los Trastornos de conducta parece estar incrementándose en el curso de los últimos años. El DSM-IV lo sitúa entre un 6% en niños, y entre el 2% y 9% para las niñas. Por otro lado parecen encontrarse más casos en el ámbito urbano que en el rural. Aunque la mayoría de las investigaciones nos ofrecen escasa información sobre las claves causales de los Trastornos de Conducta, al menos nos permiten suponer que en la etiología del trastorno juegan un papel fundamental los factores genéticos y ambientales.
Responsable de que el individuo desarrolle adecuados intercambios con el ambiente, va a ser en gran parte la familia, que se constituye no sólo como el entorno en el que más frecuentemente está el individuo sino también como lugar en el que acontecen los principales aprendizajes del sujeto.
Los frecuentes conflictos matrimoniales pueden generar en el niño conductas agresivas incluso ya desde muy temprano. Y las pautas educativas e interacciones familiares parecen jugar también un importante papel. Elementos como el rechazo paterno, la permisividad frente a la agresión, una agresiva tendencia a castigar, una deficiente comunicación padres e hijos y las relaciones agresivas con los hermanos, contribuyen a la aparición del Trastorno de Conducta tanto de forma indirecta como directa.
En los años escolares puede haber baja autoestima, labilidad emocional, poca tolerancia a la frustración, uso de palabrotas, uso temprano de alcohol, tabaco y substancias ilegales. Son frecuentes los conflictos con padres, profesores y compañeros. Es común el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad. También pueden aparecer trastornos del aprendizaje y trastornos de la comunicación.
Es más frecuente en familias donde al menos 1 de los padres ha padecido: trastornos del estado de ánimo, Trastorno Negativista Desafiante, Trastorno Disocial, Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad, Trastorno Antisocial de la Personalidad o Trastorno por Consumo de Substancias. También en familias en las que existen problemas conyugales graves.
En muchos casos, los pacientes con el trastorno de negatividad desafiante crecen hasta tener un trastorno de conducta como adolescentes o adultos. En algunos casos, los niños pueden crecer hasta tener un trastorno de personalidad antisocial.
El Trastorno Negativista Desafiante (TND) es un tipo de trastorno del comportamiento que se caracteriza, según uno de los manuales diagnósticos más utilizados (el DSM-IV-TR) por los siguientes criterios:
Con frecuencia:
Los comportamientos no ocurren exclusivamente durante el curso de un trastorno psicótico o depresivo.
No se cumplen los criterios de trastorno disocial, y, si el sujeto tiene 18 años o más, tampoco los de trastorno antisocial de la personalidad.
El tratamiento es multidisciplinario. No existe ninguna solución “fácil y rápida”. Debe ser individualizado para cada paciente y cada familia según sus puntos fuertes y sus necesidades. Es indispensable establecer una relación de confianza en la que tanto el paciente con su familia, como el profesional, se sientan suficientemente seguros para abordar la situación de frustración que viven que, habitualmente, se sienten cansados, desesperados y, muchas veces, impotentes y culpables. Cuanto antes se inicie el tratamiento mejor será el pronóstico y más fácil será controlar la aparición de otros trastornos asociados.
Los medicamentos también pueden servir, especialmente si los comportamientos se presentan como parte de otra afección, como depresión, psicosis o trastorno de hiperactividad con déficit de atención (THDA).
Adolescente de 12 años
Pertenece a una familia desestructurada
Cursa 1ro de Secundaria (repitiendo)
Nivel socioeconómico cultural bajo
Criada por su abuela materna
Vive con su madre
Padre en situación penitenciaria
A raíz de un programa de prevención de violencia realizado con escolares en varios institutos durante 4 meses, de los 16 adolescentes con los que es intervino, se continuo con algunos casos haciendo una intervención más personalizada e individual como es el caso de Roció, contando con el beneplácito de su familia y la dirección del centro puesto que su actitud empeoraba y con ella su rendimiento académico.
Los resultados obtenidos en los distintos instrumentos de evaluación indican que Rocío sufre un Trastorno Negativista Desafiante:
Se midió la frecuencia semanal de aparición de conductas disruptivas pre- tratamiento, el resultado fue que:
Se utilizo una intervención cognitivo-conductual, combinando la terapia con el niño y el entrenamiento a padres y profesores.
Al inicio del tratamiento la madre y los profesores reciben una sesión de psicoeducación por separado con el objetivo de informarlos sobre el trastorno, las pautas a seguir y el tratamiento que se llevara a cabo.
El tratamiento se aplicó en 4 sesiones de 1 hora con la adolescente en el propio centro de estudios en horario extra escolar con una frecuencia semanal de dos sesiones; 4 con la madre de la misma duración, que tuvieron lugar en las 4 primeras semanas de tratamiento con la niña, y 1 con profesores y el tutor, realizándose la primera semana de tratamiento con la adolescente.
El tratamiento tuvo una duración de dos meses, debido a complicaciones en el calendario y disponibilidad, tanto de la madre como de la adolescente
A continuación, es describen los objetivos establecidos en las sesiones de tratamiento organizadas por sujeto de intervención:
Para el cumplimiento de los objetivos arriba descritos se utilizó la economía de fichas.
La eficacia de la intervención terapéutica a sido satisfactoria, teniendo en cuenta la gran influencia ambiental y el largo aprendizaje de las conductas disociales.
La conducta perturbadora de acuerdo a los formularios de madre y profesores aplicados pre-test y post-test han disminuido en un 50%.